Hoy por la mañana me levante con muchas ganas
de ir a la escuela. Mi hermana todavía no se levantaba, así que decidí que ese día comenzaría normal,
sin tener que sentirme una inspectora o investigadora secreta.
Caminé hacia la esquina, me disponía a tomar
el camión cuando uno de esos vagos que se sientan en la esquina se dirigió a mí
diciendo “¿Tú eres la hermana de Tania?” Sin duda alguna yo era la hermana de
Tania, pero el simple hecho de que ese vago se acercara a mí preguntando eso,
me aterrorizó. Me quise hacer la valiente, tome mucho valor y le dije: “Si, si
soy yo la hermana de Tania” Aunque me moría de miedo no quería que él lo
notara. “¿Por qué me lo preguntas?” Él me observo con esos ojos tan enrojecidos
y su mirada triste y perdida a la vez.
“Le puedes decir que ya tengo lo que me encargo” Yo solo lo mire de arriba hacia
abajo y le dije: “Por supuesto yo le digo”. En ese mismo instante yo no savia
lo que decía. El chico de los ojos rojos se perdió en el oscuro callejón del
cual había salido. Pasaron algunos segundos hasta que caí en cuenta de lo que
aquel muchacho me había dicho que por lo visto no era nada bueno. ¿Cómo no se
me ocurrió preguntarle que era lo que le había encargado mi hermana? Estoy
segura de que por algunas monedas él me habría contado todo.
El misterio cada vez se hacia más grande. Ahora
estaba involucrada en esto una persona que al principio no tenía nada,
absolutamente nada, que ver. Legué a la escuela mega sacada de onda y como de
costumbre le conté todo a mis mejores amigas. Para mi mala suerte esto empeoro
todo. Unas me decían que andaba metida en drogas, otras que estaba robando y en
el peor de los casos de secuestradora y matona no la bajaban. Es más una de mis
amigas hasta me comento que su papá era
policía que si yo quería hasta lo podía contactar. Yo no quería hacer una
tormenta en un vaso de agua y machísimo menos involucrar a la policía en esto.
Yo nunca en mi vida podría imaginar que mi hermana la mayor, mi ejemplo a
seguir, se convertiría en una delincuente. O al menos yo no lo quería creer. Tenía miedo.
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